Cien dólares baby by Robert B. Parker

Cien dólares baby by Robert B. Parker

autor:Robert B. Parker [Parker, Robert B.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T00:00:00+00:00


34

Habían cerrado el club de Ollie a cal y canto. Un gran cartel policial taponaba la puerta. Pero yo tenía una llave que me había dejado Belson, de modo que la abrí y entré osadamente. Cerré otra vez y corrí el pestillo. Todo estaba en silencio. Sólo se oía el zumbido del frigorífico contra la pared de la otra habitación. Los agentes de investigación lo habían espolvoreado todo buscando huellas, habían recogido y empaquetado lo que habían encontrado, y fotografiado y estudiado cada rincón como si fuera para una audición del CSJ: Boston Sur. No hacía falta ir con cuidado. Abrí el frigorífico. Estaba vacío. Miré la habitación. Estaba como siempre. Había dos ventanas. Cada una tenía una gruesa persiana de seguridad. Me fui por el pasillo. Al final había un pequeño cuarto de baño. Miré dentro. No había nada más que el retrete y el lavabo. Fui al despacho de Ollie. Todo estaba igual. Lo miré de arriba abajo. La ventana del despacho de Ollie tenía persiana de seguridad. No había más ventanas. Sólo había una puerta, la de entrada. Abrí el cajón de la mesa. Los de investigación lo habían limpiado todo. La papelera estaba vacía. Volví a la puerta y empezar a andar desde allí.

«Bien. Entra el asesino. Aquí no hay nadie, o sí, pero se marchan por el motivo que sea. Puede que la tele esté encendida y puede que no. Cruzo la habitación. Aunque no hubiera estado antes aquí, sé que no hay más que lo que se ve. Recorro el pasillo. La puerta de Ollie está abierta. Entro. Él está sentado a la mesa. Me ve. No abre el cajón. No va a sacar la pistola. Me acerco. ¿Hablo? ¿Habla él? ¿He sacado el arma? ¿La saco ahora? Sea lo que fuere, estoy justo enfrente de él, con la mesa de por medio, me inclino un poco hacia adelante, apunto con el arma y le meto un tiro en la frente justo por encima de la nariz». Hice el gesto de disparar. «Se va hacia atrás, rebota hacia adelante, empieza a sangrar y se mancha la camisa. Guardo la pistola. ¿Doy media vuelta y me largo? ¿Para qué iba a quedarme? Es posible que alguien haya oído el disparo. Pero a lo mejor tiene algo que me interesa. Los de investigación no encontraron señales de registro aquí. No hay forma de saberlo. De todos modos, me voy lo antes posible. Recorro el pasillo a la inversa, llego a la sala y salgo por la puerta de la calle».

Me quedé mirando la puerta y luego di media vuelta otra vez y lo miré todo de nuevo. Nada me decía nada. Me acerqué a los desvencijados sillones que había ante el televisor y me senté a mirar la sala y el pasillo. Nada. Había visto a Belson hacer eso mismo una hora seguida. Sentarse sin más y mirar hasta encontrar algo. O hasta convencerse de que no había nada que encontrar. No se trataba de simple observación.



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